Si algo nos caracteriza a las y los maquinistas es el sentimiento de pertenencia a nuestro colectivo. Somos el grupo profesional más unido, a pesar de no compartir el mismo espacio mientras trabajamos. Estamos solos, pero nos sentimos acompañados.
Es un sentimiento de orgullo difícil de explicar.
Quizá sea porque somos conscientes de las dificultades y riesgos a los que cada uno estamos sometidos. Porque, solamente, un maquinista es capaz de ponerse en la piel de otro y saber que una jornada de trabajo se puede complicar en cualquier momento.
Porque somos los únicos que comprenden la complejidad de la operación, la responsabilidad que conlleva y las dificultades a las que estamos expuestos.
Todos hemos sufrido habernos quedado tirados en plena vía mientras escudriñamos la manera de recuperar el tren lo antes posible, tratando de tranquilizar al pasaje y atendiendo la multitud de llamadas que suponen una presión añadida.
Comprendemos lo que siente un compañero cuando el tren va con retraso o abarrotado y es el injusto foco de la indignación del pasaje.
Porque ser maquinista implica un modo de vida al margen del común de la sociedad y todos hemos pasado por estar lejos de casa o trabajar en los días más señalados y sabemos el esfuerzo que conlleva compatibilizarlo con la vida personal y familiar.
En cierto modo, todos somos uno. Nos respetamos en la diversidad y nos apoyamos ante la adversidad.
Somos un colectivo heterogéneo en cuanto a procedencia, ideas, pensamientos y sentimientos plurales. Sin embargo, cuando nos miramos solo vemos a un compañero, o compañera, y sabemos que el uno y el otro estaremos siempre ahí en cualquier circunstancia.
Es el orgullo de ser maquinista por encima de todo. El orgullo que comparte esta Organización en la pertenencia y defensa de los derechos de todo el colectivo de conducción.
Todos los días orgullosos de nuestro colectivo.